domingo, 19 de noviembre de 2017

EL PODER DE MARÍA

El jugoso, el tierno y el delicioso me llaman. El que todo lo cura. Un pecado, un capricho que no todos pueden permitirse. 
María acaba de comprarse una chocolatina cien por cien chocolate puro. 
Así es, chocolate, el capricho, el pecado, ese soy yo. 
Pero no creáis que María come chocolate así porque sí. Después de comerse la chocolatina entera, se ha sentido tan culpable que ha decidido cumplir su propósito de año nuevo y se ha marchado al gimnasio, a su clase de spinning. 

Masticarme a conciencia, no ha sido un paseo, he de decirte, mi querida María. 
Pero ya cuando has empezado a tragarme, he pasado por la tráquea, por tu garganta... Aceptable. 
Después he llegado al estómago, intestino delgado, grueso... Un viaje movidito. 
Hasta que ha llegado la hora, la hora en la que tú, sí tú, María vas a convertirme en energía en esa condenada clase de spinning. 
Voy pasando como azúcar a la sangre... Uff... Qué mareo. He perdido bastante masa por el camino, que vas a desechar, tú, sí tú, María. 
Te acepto, que me hayas hecho moverme tanto, que me hayas descompuesto, pero es que si sigues así me voy a desintegrar. No pensé que te iba a hacer sentir tan culpable. Además, cada vez vas más rápido, porque cuando te miras los muslos te vengo a la cabeza y no puedes parar de acelerar. 
Tú, sí, tú, María, que ya casi me has hecho desvanecer, que ahora vago como azúcar en sangre, que después de esa clase me has borrado hasta de tu mente. 
Oh María, María, quién fuese tan poderoso como tú, para convertir chocolate en energía.

SOFÍA MORÁN

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